El camino hacia mi estabilidad laboral en la investigación: España

Después de más de dos años y medio en Stony Brook (llegué en octubre de 2005), y de casi 4 desde que acabé la tesis (julio de 2004), hace ya unos meses, entré en la fase más temida por todo investigador: la del paso a oscuras hacia la estabilidad laboral. Mi trabajo aquí tiene fecha de caducidad porque así suele ser con el primer trabajo postdoctoral en la carrera investigadora actual, y había que ponerse las pilas.

Una de las consecuencias positivas ha sido que me ha dado la oportunidad de conocer cuál es el camino más habitual hacia la estabilización laboral (ojo, no me refiero al camino hacia el funcionariado, sino hacia algo con perspectivas, salvo catástrofe, de durar muchos años; algo que me permita no tener que andar pensando qué hacer después sólo empezar en el nuevo trabajo) para un investigador tanto en España como en EE.UU. Con vuestro permiso, voy a hacer una comparación en blog alta porque creo que es algo que puede dar un poco de humanidad a los científicos locos.

Empezaré por España. ¿Qué opciones hay para la estabilización laboral como investigador en España?

OPCIÓN A: Ir a un departamento de I+D en una empresa. Aparte de ser una opción que no contemplaba por no estar dentro de mis preferencias, buscar trabajo como doctor en Química en una empresa en España es para llorar, reír, volver a llorar y ponerse a ver una peli de los Marx. Roke, de UAMblog, os podría explicar mucho más que yo, que de esto domina mucho más.

OPCIÓN B: Intentar conseguir un puesto permanente en una universidad o un centro de investigación. Cosas de la vida, en España eso pasa por sacar una plaza de funcionario. Pero el camino no es directo. Es muy difícil volver de tu estancia postdoctoral con una plaza bajo el brazo. No es totalmente imposible, pero es aquello de estar en el lugar adecuado en el momento adecuado elevado a la cuarta potencia. ¡Ah! Y tener algún padrinillo que eche una mano no viene mal.

Yendo por el camino normal, lo habitual es intentar volver a España con un contrato del tipo Juan de la Cierva o Ramón y Cajal para doctores. Son contratos de 3 y 5 años, respectivamente, durante los cuales se espera que el investigador demuestre su capacidad de llevar a cabo proyectos de forma semi-independiente.

¿Y después qué?, pensaréis. No seáis impacientes... Primero, miremos qué se requiere para conseguir un contrato Ramón y Cajal.

Se debe presentar una solicitud al Ministerio de Educación y Ciencia (MEC), la cual solicitud tiene dos partes:

i) el Curriculum del investigador,
ii) el proyecto de investigación propuesto a desarrollar.

Dicha solicitud es evaluada por la Agencia Nacional de Evaluación y Prospectiva (ANEP), la cual da una puntuación que se usa para hacer la clasificación en base a la cual se concederán las ayudas. Un 80% de esa puntuación se concede en base a i), mientras que ii) cuenta un 20%. Teniendo en cuenta que la convocatoria de este año ofrecía 245 contratos en total para las 28 áreas científicas existentes, es lógico pensar que la lucha es encarnizada y que aquellos con mejor Currículum son los que se llevarán el gato al agua, a menos que hagan un proyecto de pena. ¿Y qué es tener mejor currículum? Básicamente, tener más artículos de investigación publicados, a poder ser, en revistas de alto impacto y como primer autor.

Lo único que cuenta es la evaluación de la ANEP. Si eres uno de los afortunad@s, debes ir a la lista de centros elegibles, y llegar a un acuerdo de incorporación con ellos, siempre dentro de la normativa publicada por el MEC en cuanto a sueldo. El contrato debe ser por cinco años y suele ser para incorporarse a un grupo de investigación existente. No hay ningún tipo de entrevista de trabajo. Normalmente, cuando presentas esta solicitud ya tienes contactos apalabrados, así que pocas veces se va a ciegas si se consigue el contrato.

¿Y después qué? Pues después de los cinco años... toca la vuelta empezar. Es decir, la incertidumbre. En principio, la filosofía del RyC estaba inspirada por el tenure-track anglosajón, que se basa, simplemente, en que se te contrata temporalmente por una duración determinada (generalmente, 5 años), tras la cual el centro evalúa tus prestaciones (resultados, capacidad de atracción de fondos para el departamento, participación activa en la vida del departamento...) y si están satisfechos, te hacen un contrato indefinido. Sin embargo, no hay nada en las convocatorias de RyC que garantice esto. Eso hace que, en la práctica, ha habido muchos investigadores con este contrato que se han visto con la soga al cuello porque nadie se quería hacer cargo de ellos. No es que no hubieran rendido, es que daba igual porque todas las instituciones alegaban falta de fondos. Y aunque, finalmente, parece que la situación se solucionó para la gran mayoría, este jaleo dio lugar a la creación de una asociación que intenta defender los derechos de los contratados RyC, la ANIRC. Podéis ver más información en su página web.

De todas maneras, un RyC nunca va a poder derivar hacia una plaza de funcionario, que es, hoy por hoy, prácticamente el único camino hacia la estabilidad en la carrera investigadora (las excepciones son contadas, pero haberlas, como las meigas, haylas). Por tanto, hay que hacer oposiciones. Y las oposiciones son otra selva de lo más frondosa. Se trata de un examen, mayormente oral, dividido en varias partes, en el que el candidato es evaluado por un tribunal compuesto por científicos del sistema español de investigación expertos en el área de trabajo, el cual es elegido para la ocasión. Se tiene en cuenta:

- el currículum y el trabajo previo del candidato
- su propuesta de trabajo (y docencia, si procede) futuro
- sus conocimientos científicos, en forma de desarrollo de un tema propuesto por el comité.

En este caso, sí existe interrogatorio. La plaza suele tener una definición que acota el tipo de investigador que se busca. Esta definición puede ser muy concreta o puede ser un poco más generalista, dependiendo de las necesidades del centro que la oferta.

El gran problema de las oposiciones es el vicio que tenemos los humanos a favorecer a los nuestros por encima del beneficio real. Es decir, a elegir al amiguete o al currante que ya hemos tenido a nuestras órdenes sin importar que otro candidato pudiera estar más cualificado. Es lo que se llama endogamia, y es foco de críticas feroces por parte de la Federación de Jóvenes Investigadores.

En una gran parte de los casos, la plaza de investigador/profesor implica la incorporación a un grupo de investigación ya existente en el centro y que es el que solicitó ofertarla a su universidad o centro. Se dan casos de incorporación para crear un grupo nuevo, pero, por lo general, parece ser más común que científicos ya permanentes sean los que den lugar a nuevos equipos de trabajo independiente a partir de escisiones de grupos ya existentes.



Así pues, a modo de resumen, claramente, lo que cuenta más a la hora de poder tener éxito en la búsqueda de estabilidad en la carrera de un investigador en España es el currículum, especialmente en el caso de los artículos de investigación publicados. Cuantos más se tenga, especialmente en revistas de alto impacto, mejor. Más adelante, a la hora de conseguir una plaza, ser capaz de proponer un proyecto sólido y convincente, tener conocimientos profundos en el área temática que aplica a la plaza, y, en mayor grado del deseable, tener buenos contactos en el sistema, dan el toque necesario que completa el perfil que un investigador en España debe tener. ¿Entrevistas de trabajo? A lo sumo, una, y con un tribunal que puede ser hostil o de lo más amable, dependiendo de las circunstancias y de los intereses varios (con una pizca de suerte, hasta será neutral y estará genuinamente interesado en buscar al mejor candidato).

3 aportaciones:

Anónimo dijo...

ahora viene cuando una se deprime...

Jordi dijo...

Mujer, que aun no ha acabado la historia... ademas, las cosas han cambiado tanto desde que empece la tesis, que nunca se sabe como pueden estar si algun dia le toca el turno a uno.

Anónimo dijo...

pd: busco al dóktor JACS

:P