
Pero es que, además, me encontré con una atmósfera totalmente hispano-gallega. Era el típico local social que se puede encontrar en España, con una barra de bar, una pequeña cocina, y mesas, muchas mesas. Había un par de grupos jugando a cartas, otros tapeando en la barra y, como no podía faltar, había tres televisiones sintonizadas con el partido de fútbol del Depor, con su correspondiente grupo de aficionados gritando a los jugadores (¡como si oyeran a casi 6000 km de distancia!). Por supuesto, las únicas lenguas que se oían eran gallego y castellano.
Fue muy agradable sentirse por un par de horas como si un teletransportador del rollo Star Trek me hubiera llevado de vuelta a la tierra de mi padre y ver cómo el vivir durante muchos años en un país no tiene porqué implicar renunciar a las costumbres de tu cultura, ni tiene porqué ser perjudicial no hacerlo. ¡Con lo aburrido que sería el mundo si todos fuéramos iguales!
1 aportaciones:
Parece mentira, jordi, si tu ya tenías una conexión galaica.
Estabas en el turno del campus en el que Cotelo llevó el pulpo y los cachelos?
Saludos. suso
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