Trocitos de España en NYC (I)


Como me pasó hace unos días en Newark, esta mañana he vuelto, por unas horas, a estar en España. Y es que, por motivos de papeleo, me ha tocado ir al Consulado General de España en Nueva York. Pues bien, ha sido atravesar el portal de seguridad, y sentir que hay cosas que se exportan la mar de bien. Me lo he tomado con simpatía porque el tiempo invertido no ha sido tanto, pero un trámite que, en sí, ha llevado 3 minutos, ha comportado un proceso de... ¡más de una hora!

Me explico. Lo primero es que la página web no es que explique muy bien qué hay que hacer para poder enviar documentos oficiales (sutil diferencia con lo plastas que son en la de la Embajada de EE.UU. en España). De hecho, yo no he visto por ningún lado que se diga lo que me ha dicho el hombre de la primera ventanilla que he visitado: para poder estar autorizado a hacerlo, hay que darse de alta en el consulado. Ni siquiera sabía que uno se pudiera dar de alta en un consulado. Y claro, para darse de alta... hace falta una foto. Primer viaje inútil. Una vez conseguida la foto, el hombre de la primera ventanilla (llamémosle A) me ha dado unos formularios y me ha enviado a la ventanilla B con un número. Una vez rellenado todo, me he dado cuenta de dos cosas:

1) Que un formulario era para renovar el pasaporte, cosa que yo no necesito hacer.
2) Que la ventanilla B se ha pasado como 20 minutos sin nadie en ella... y sin que se llamara a nadie. Sí, había alguien esperando, un chico que iba antes que yo.

Una vez llegado mi turno, la chica de la ventanilla B, muy amable ella, me ha pedido los documentos. Le he comentado mis dudas sobre el impreso del pasaporte y ella me las ha confirmado: el hombre de la ventanilla A se ha equivocado de impreso. Claro, ¡como tienen tantos! Total, que me ha tocado rellenar oooootro impreso. Mientras lo hacía, me ha dado tiempo de ver y escuchar 2 signos inequívocos del carácter español:

1) VER al típico trabajador que está en una ventanilla cerrada, habiendo como 10-15 personas esperando turno, concentradísimo en su ordenador... leyendo el artículo de opinión del día en La Razón. Bueno, al menos el hombre era culto y no estaba leyendo a ese hincha que se autollama periodista en el AS. Eso sí, como no tiene nada que esconder, la pantalla daba hacia la ventanilla, "pa ke tor mundo lo vea". ¡Con 2 c#$%*@#! Español y de pura cepa.
2) ESCUCHAR la típica frase de "¿ha llegado ya el jefe?", donde el jefe es el Cónsul General y la hora es pasadas las 9:30 h de la mañana, cuando el consulado abre a las 9 h. Por cierto, habéis adivinado. La respuesta ha sido "no". Claro que también puedo ser un malpensado y que el susodicho estuviera en una reunión de altos vuelos desde las 7 de la mañana... ¡u má!

Al final, la chica me ha dado de alta y, como premio, a mi petición, me ha explicado cómo funciona el tema del voto desde el extranjero. En total, unos 15-20 minutos.

Ahora ya estaba dado de alta en el consulado, así que ya podía mandar los documentos. Pero, para ello debía volver a la ventanilla A. Pero no porque allí se encargaran, sino porque la ventanilla es el Centro de Operaciones del Consulado. Todo se organiza desde allí. Para mi sorpresa, el hombre que me atendió algo más de 45 minutos antes ya no estaba en ella (no malpensemos... debía estar dentro del Consulado), y su lugar lo ocupaba una agradable señora (o señorita) que me ha tenido esperando como 5 minutos a que acabara su conversación telefónica con alguien a quién le estaba contando sobre la enfermedad de nosequién (no chafardeo, la mujer debe ser hermana del de La Razón: no es que se haya cortado mucho). Lo sé, lo sé. Soy un insensible por no entender algo tan urgente. Por eso no he dicho nada y le he agradecido cuando me ha indicado que podía pasar al registro y proceder al envío.

Eso me ha llevado a una oficinita dentro del consulado, donde una señora me ha medio-abroncado por no llevar un sobre (vale, despiste mío...) y, finalmente, me ha puesto 3 sellos (uno por página) de Registro y me ha dado vía libre para continuar mi jornada.

Es en momentos como esos cuando uno realmente aprecia lo feliz que está no teniendo que hacer papeles a menudo, y descubre que hay rincones por todo NYC en los que uno puede sentirse como en casita.




PD: Sí, en Madrid hay una taberna flamenca que se llama España Cañí. Al parecer, hasta los portugueses la conocen.

1 aportaciones:

Patri dijo...

jajaj..y luego nos quejamos de la imagen que dan los 'funcionarios' españoles..va a ser que se lleva en la sangre.....paciencia...
y lo de la taberna España Cañi me llamo la atencion porque el sábado pasé por la puerta, yo no entré, pero para los que se quieran dar un rulo esta pegadito a la plaza de santa ANa......